Ficha profesional Celia Escudero

Entrevista realizada en noviembre de 2020

Entrevistamos a Celia Escudero Hernández, investigadora posdoctoral en el Instituto de Biología Clínica Molecular de la Christian-Albrechts-Universität (CAU) de Kiel.

 

Actualmente trabajas con el equipo investigador del Prof. Philip Rosenstiel, conocido en el campo de las enfermedades inflamatorias intestinales (EII). ¿En qué consisten sus principales líneas de investigación?

Nuestro grupo se centra en investigar las enfermedades inflamatorias intestinales (EII) colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn. Estas son enfermedades crónicas en las que se inflama el intestino y los pacientes padecen diarrea, fatiga, dolores abdominales, pérdida de peso, aparece sangre en heces, entre otras complicaciones.

En mi grupo nos interesa caracterizar el efecto que tienen algunas variaciones genéticas descritas en EII en la comunicación del epitelio intestinal con otras células. En mi proyecto voy a estudiar cómo se comunica el epitelio con las neuronas y los fibroblastos, ya que son los causantes de problemas de motilidad intestinal y cicatrización, respectivamente, que impiden un correcto funcionamiento del intestino. Otros miembros del grupo se centran en conocer mejor los efectos del embarazo, de los microorganismos presentes en el intestino o de diferentes dietas en las EII, combinando técnicas de laboratorio con exhaustivos análisis bioinformáticos. Además, formamos parte de un consorcio europeo para el estudio de enfermedades inflamatorias que no solo está limitado a explorar el intestino. A lo largo del último año también se ha extrapolado la experiencia del grupo en conocer la respuesta frente a Covid-19.

Antes de llegar a Kiel te formaste en diferentes lugares. ¿Cómo ha sido tu trayectoria? ¿Qué importancia le das a la movilidad internacional de las personas que quieren dedicarse a la ciencia?

Me formé inicialmente en España, pero durante mis estudios siempre me motivó viajar y conocer diferentes países para poder hacer una inmersión más profunda que al viajar como turista. Comencé con un intercambio a Canadá durante el bachillerato, seguidos por un Erasmus en Inglaterra al final de mi carrera, una estancia en EEUU durante el doctorado, y finalmente, un postdoctorado en Suecia y ahora otro en Alemania. Todas estas experiencias me han enriquecido como persona y como investigadora: es importante conocer cómo funcionan diferentes sistemas para “quedarte” con lo bueno. A pesar de que viajar tanto es un reto a nivel personal, todas mis estancias me han moldeado y ayudado a ser más abierta a escuchar diferentes puntos de vista, a ser más crítica y comunicarme mejor, además de crear nuevos contactos profesionales. En ciencia valoramos muy positivamente las experiencias en el extranjero. Además, si uno está decidido a obtener una plaza como investigador en España, actividades de al menos un año en el extranjero promueven conseguir financiación ya que algunas becas exigen contar con movilidad entre países.

No es fácil cambiar de país. ¿Qué es lo que más te ha costado al venirte a Kiel? ¿Cómo crees que se puede mejorar la experiencia de la movilidad a nivel profesional y social?

Como en otras ocasiones, he dejado atrás a personas muy cercanas. Sin embargo, en la era de las comunicaciones es fácil mantener el contacto y es algo que no me supone gran esfuerzo. Esa parte costaba mucho más en 2003 cuando me fui a Canadá, ya que no mucha gente disponía de internet en casa ni lo usaba diariamente, además de las nueve horas de diferencia que me separaban de España.

Yo particularmente me encuentro en un ambiente, digamos, más protegido y privilegiado, porque en el ámbito de la investigación académica hay más afluencia de trabajadores internacionales que en otras instituciones, así que nos va a costar menos relacionarnos por la similitud de nuestra situación y al tener el inglés como lengua en común. Además, las universidades suelen contar con buenas instalaciones deportivas, cursos de idiomas e intercambios en tándem o actividades para gente que viene de fuera que ofrecen fuentes alternativas para conocer gente en ámbitos no laborales.

En mi caso, como os habréis dado cuenta, la movilidad no necesariamente ha significado aprender el idioma local antes de buscar trabajo en un país y ciertas facilidades en cuanto a integración están más o menos aseguradas. Aun así, siempre es buena práctica aprender algo del idioma, ahora mismo alemán. Si no fuese porque he vivido en Suecia, soy de la fría Valladolid y siempre me gustó estudiar por la noche, diría que también la oscuridad del invierno al norte de Europa puede hacerte sufrir, hecho que suele ser muy relevante para muchos españoles.

Venirme a Kiel en 2020 en plena pandemia sí que está representando un reto añadido ya que tengo la incertidumbre sobre cuándo podré viajar, no solo en condiciones seguras para mí en los transportes públicos, sino por el riesgo que yo pueda representar para mi familia y amigos tras estar en contacto con otros viajeros. Así que me temo que van a ser unas navidades bastante solitarias. Además, las medidas de relativo confinamiento me impiden poder conocer gente nueva y relacionarme normalmente, así que estoy buscando alternativas de ocio un poco más solitarias y que pueda hacer desde casa como dedicarme a los juegos de mesa y videojuegos, a ver series, leer o pintar.

Has investigado y te has formado en distintos países. ¿Crees que la cultura de trabajo alemana en el ámbito científico marca una diferencia respecto a la forma de organización y al ambiente laboral en otros países? ¿Tienes alguna anécdota que ilustre lo que más te ha sorprendido laboralmente tras tu llegada a Alemania?

Llevo tan poco tiempo en Alemania que tampoco creo poder evaluar correctamente las diferencias laborales. Por defecto, los investigadores somos tan dedicados y pasionales por la ciencia que solemos trabajar más horas de las que se nos exige en el contrato y no se contemplan las horas extra que se realicen, independientemente del país. Observo cierta jerarquía en el trabajo que se puede apreciar también en España, pero de la que más o menos carecía en Suecia y, en general, todos los países invierten en disminuir la desigualdad de género.

Ahora mismo estoy asombrada por los recursos y personal de mi grupo, pero se debe a que es un laboratorio muy puntero en mi campo y tan ampliamente reconocido nacional e internacionalmente que atrae mucha financiación. Aun así, aprecio que Alemania, Suecia y EEUU tienen un aporte económico más fuerte para contratar investigadores con experiencia – después del doctorado (o los jefes del laboratorio lo prefieren), ya que no se requiere tanto aprendizaje comparado con un estudiante, se obtienen resultados más rápido, y los costes no son muy dispares. Es el caso también de muchas empresas suecas, ya que valoran notablemente las capacidades de organización, solución de problemas y liderazgo que se obtienen tras completar un doctorado.

En Suecia desde luego que resultaban muy llamativos los numerosos beneficios por paternidad/maternidad, por lo que reproducirse antes de los 30 años sin poner en riesgo tu carrera es una opción viable. También observo que Alemania y Suecia facilitan mucho más el trabajo a media jornada para padres, aunque conozco varios ejemplos de personas con descendencia en Alemania en que solo el hombre trabaja.

En cuanto a las vacaciones, Suecia y Alemania te proporcionan al menos 30 días al año, con Suecia defendiendo el derecho del trabajador a tomar tres semanas seguidas en verano. En Alemania no sé muy bien cómo está el tema de bajas por enfermedad, pero en Suecia solo te reducen sueldo si pierdes un único día sin justificar y parecía relativamente más fácil de garantizar una baja por enfermedad que en España, especialmente en temas relacionados con el estrés laboral.

¿Cómo crees que la formación y la cultura de España han desempeñado un papel importante en tu carrera profesional? ¿Qué cualidades pueden aportar los científicos españoles a la investigación internacional?

Somos muy ingeniosos, persistentes, exigentes y trabajadores. También he descubierto que tendemos a infravaloramos soberanamente, lo cual también es el motor interno que nos impulsa a trabajar más y mostrar buenos resultados. Desgraciadamente, los españoles no nos vemos legitimados a disfrutar de nuestros derechos laborales, por lo que tenemos problemas para solicitar días libres cuando los merecemos o, de hecho, los tenemos por contrato.

¿Cómo te ves en un futuro? ¿Te planteas volver en algún momento a Valladolid?

Increíblemente incierto. Lógicamente aprecio mi tierra natal y a la gente que tengo allí, la inigualable gastronomía española, y nuestros envidiables paisajes. Pero como cualquier científico he de estar abierta a cualquier alternativa y no cerrarme puertas a la par que no renunciar a mis objetivos frente a críticas negativas (por ejemplo, cuando una universidad, agencia o gobierno rechaza tu aplicación para una beca u otra posible financiación). Además, me propuse el reto tan ambicioso y desafiante (o como yo digo: masoquista) de fundar mi propio grupo de investigación y ser docente universitario. Así que, con estas expectativas, puedo apuntar a quedarme en Europa, pero no sería muy sabio solicitar plazas tan solo en una universidad o en un país cuando llegue el momento de estabilizarme… aunque tampoco puedo asegurar que cambie de parecer.

Lo que sí es seguro es que siempre llevo un pedacito de mi tierra y mi gente en la mente y, aunque ahora se nos haga un poco imposible, siempre volveré de visita con una amplia sonrisa.

 

Esta entrevista forma parte de una serie de entrevistas a profesionales españoles en Alemania. Si quieres que te entrevistemos o conoces a algún otro español/a que pueda aportar a esta sección, no dudes en escribirnos a alemania@mites.gob.es.